Y es que todo el mundo mata lo que ama. El cobarde con un beso, el valiente con una espada.
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lunes, 28 de octubre de 2013

Il mistero della vita



4:06 minutos es lo único que queda de una amistad de miles de años bajo las estrellas. 

4:06 minutos de un video abandonado en youtube; un barco que naufragó antes de zarpar.

Todo ahora se resume a eso. A tu orgullo y el mío, a nuestra lucha de egos que fue más allá de lo que podíamos controlar. 

¿Dónde estás?

Anoche encontré nuestro barco a la orilla del mar; en una playa abandonada, en donde los sueños y el amor están olvidados en la arena. 

¿Recuerdas ese día?

Llovían palabras como proyectiles que caían del cielo. 

Lanzaste la bomba, salí corriendo por más armas y te disparé durante 4:06 minutos continuos sin pensar.

Ha pasado tanto tiempo desde esa tarde de discusiones sin sentido y a veces todavía maldigo el momento en el que se me ocurrió escribir algo para tu música. Y es que creía tanto en ti y en mi… en nuestros sueños.

¿Dónde estás?

4:06 minutos de ego enfrascado en una pantalla.

4:06 minutos de ti, de mi, del fracaso más grande que el mundo ha visto en su historia. 

4:06 minutos del misterio de la vida sin un significado. 

4:06 minutos de una amistad rota, de una vida sin recuerdos, sin retorno…


4 minutos y 6 segundos de nada más que silencio.

domingo, 15 de agosto de 2010

The path to home is long and winding

¿Te acuerdas de aquellos días en los que solíamos sentarnos frente al televisor a reír por horas?

¿De cuando me tomabas de la mano y me enseñabas todo lo que sabías? Mirabas hacia arriba y hablabas por días, yo, sólo escuchaba.

¿Recuerdas esos días en los que lo único que importaba era llegar a casa, pedir una pizza y sentarnos en el sillón a jugar cartas, domino, ajedrez…? Sigo sin entender ese estúpido juego…

Cuando empujabas el acelerador lo más que podías y cantabas al ritmo del cambio de velocidades. Siempre quise aprender las canciones; la última vez que escuché una, los recuerdos se me hicieron nudos en la garganta.

Recuerdo que tuve la misma sensación después de ir a aquel museo en donde el único que entendía lo que pasaba eras tú y aquella mujer gorda que nos mostró el cadáver de ese hombre que tuvo la fortuna de acabar exhibiendo sus vísceras ante miles de universitarios, y unos cuantos morbosos. Después dijiste que querías comer tacos de carnitas.

Cada vez que pienso en ese día que me llevaste a comer a aquella cafetería, cuyo nombre siempre recuerdo con algo de nostalgia, voy al lugar, y a pesar de que sé que ya no existe, me siento por horas a observar a la gente pasar, imaginando que estamos sentados detrás de ese cristal ya hecho añicos.

Todavía recuerdo aquellos primeros tenis rosas que me compraste. Corría de un lado al otro del pasillo, mostrándote la velocidad con la que me hacían correr.

Cuando escribí el primer ensayo del que me sentí orgullosa y decidí pararme frente a ti a leerlo y dijiste que no te gustaba. ¿Todavía lo recuerdas? Me tomó varias horas decidirme a quemar el escrito y reescribirlo sin ninguna modificación; todo a mano.

Lo hice recordando aquella primera vez que me caí de la bicicleta porque un perro se atravesó en mi camino. Me quedé en el piso llorando por horas y cuando decidí levantarme, besaste mi frente y revolviste mi cabello.

Hazlo de nuevo. Dijiste. Y me enseñaste a nunca darme por vencida.

lunes, 21 de junio de 2010

Los años pasaron como minutos


[Estamos aquí reunidos a causa de la trágica muerte de nuestro hermano: Elermitañodelacasadealado.]

***

Los perros ladran por las noches. En ocasiones cuando bajas a la cocina por un poco de agua, oyes gritos en el cuarto contiguo y de inmediato corres al lugar más seguro que hay en toda la casa…

DEBAJO DE LAS SÁBANAS TODO SIEMPRE ESTÁ BIEN.


Te saltaste la barda y el pantalón se te rasgó; hasta un vidrio te enterraste en la mano.

¿Recuerdas?

La maceta se cayó.

[…¡Shhh! ¡No hagas ruido cabrón!]

En la casa sólo habita una gata que protege a sus crías. Mejor vuelves a cerrar la puerta despacito, porque donde se ponga histérica, en el peor de los casos, hasta un ojo te saca.

Trepas los árboles apoyando el pie en una rama que está a punto de caerse.

Teteras viejas, ollas con sobras de la cena de la navidad del 94, el cuadro polvoriento y descolorido de un carrusel…

-Pero seguro que este era el cuarto de los niños.

-No, pendeja. Esta era la sala.

Los lentes del abuelo estaban colgados en el árbol.

[Cuidado con el clavo.]

***

Te bañabas a la orilla del río y los mosquitos se te pegaban todos a la piel al salir.

[El atardecer está CHINGÓN]

Nos poníamos los tenis sin calcetines y al revés, y hacíamos competencias para ver quién aguantaba más tiempo caminando en terracería, antes de que le saliera la primera ampolla.

Ninguno de los dos se quejaba en todo el camino.

Llegabas a la puerta de tu casa lleno de barro, y antes de entrar, ahí junto a las plantitas, donde creías que nadie te veía, con cuidado de no lastimarte más, te acomodabas los tenis a escondidas y entrabas con el trasero pegadito a la pared, para que tu madre no te viera hecho una mierda y encima se diera cuenta de que traías los pantalones rotos.

Derechito a la regadera y a la cama sin cenar.

***

Éramos unos mocosos-casi-licenciados cuando todo pasó.