Escribes, hablas, gritas y callas demasiado; por eso no respondo y finjo que morí durante un par de horas. A veces, cuando puedo lo hago durante días, semanas o meses.
Si me alcanzara la vida, moriría por décadas, hasta que te olvidaras de que existí.
A veces creo que te has ganado a pulso esa soledad que tanto te molesta cargar. Sé que tarde o temprano, pasará lo mismo conmigo también, pero estoy segura de que nunca habrá nadie en el mundo a quien le moleste más ese peso que a ti.
Me hace sentir tan satisfecha.
…
Después de que te has cansado de ignorarte a ti misma, levantas el teléfono, marcas un número, esperas a que suene dos veces y cuelgas. Lo haces ocho veces antes de irte a dormir y ocho al despertar.
Eres tan predecible; tú, las llamadas, lo que piensas, lo que dices, hasta lo que ocurre a tu alrededor.
Sabes que nadie regresará la llamada.
….
Que no me entiendes.
Que nada en mí tiene sentido, ni siquiera la manera en la que respiro.
[Perdiste el toque]
Me he negado a escribirte, no lo esperes.
Ve televisión, es más ético.