Después de tres tazas de café en la mañana, el agua fría de la regadera que al contacto con la piel, las gotas de agua semejan cristales, una llamada anunciando el evidente retraso, el insoportable tráfico de las 7.30 de la mañana; justo entre el primer cigarrillo culposo del día y el
“Más por más” de la esquina de “colegio” y “paseos del pedregal”… Me di cuenta de que seguía viva.
O quizá no lo hice… seguí manejando mi auto
standard sin percatarme de nada de lo que había a mi alrededor. El primer semáforo del día y el disco ya había llegado a su fin…
replay, de todos modos aun no había escuchado las canciones que contenía.
Mientras estaba atascada en el tráfico decidí abrir el periodiquillo gratuito que me habían dado minutos antes…
Horóscopos… y a pesar de que me parece una estupidez en general, y más viniendo de un idiota que se dedica a escribir en este tipo de periódicos, puse mis ojos justo donde recitaba: TAURO.
Sin ánimos leí lo que aquel desconocido e ignorante redactor tenía que decirme:
“Una vez que se te mete algo en la cabeza, es casi imposible hacerte cambiar de opinión. Pecas de terquedad, sobre todo porque construyes castillos en el aire.”“…sobre todo por que construyes castillos en el aire.” repetí para mis adentros una y otra vez, suponiendo que si lo hacía podría encontrar una especie de mensaje que debía descifrar.
¿Había subestimado quizá a aquel “ignorante redactor”? O tal vez simplemente había amanecido demasiado sensible como para encarar algunas situaciones.
Llevo noches sin dormir lo suficiente… Paso las madrugadas conviviendo con la brillante y molesta pantalla de la computadora, azotando las yemas de los dedos (que se sienten agotadas por la falta de sueño) contra el teclado, viendo ese rostro deformado a través de una cámara de poca calidad y en las pocas horas que consigo cerrar los ojos, logro apreciar aquel rostro antes deformado por la pantalla y es real, se puede tocar…
Estás demasiado lejos… Puedo seguir alimentándome de aquellas largas conversaciones de madrugada, de tu rostro
pixeleado a través de la pantalla y de tu voz que poco se escucha debido a la interferencia que el maldito Internet genera.
¿Tu puedes hacerlo?
Yo puedo hacerlo…
Puedo pasar mis mañanas intentando despertar con 3 tazas de café por la mañana y sentir las gotas de agua de la regadera como cristales que se entierran en mi espalda…
Puedo continuar poniendo
replay a los cd’s que se reproducen en el estéreo, mientras conduzco mi auto
standard sin percatarme de nada.
Puedo seguir leyendo mi horóscopo en el
“Más por más” de la esquina de “colegio” y “paseos del pedregal”, dudando si el redactor es un idiota o lo he juzgado demasiado pronto.
A fin de cuentas… “una vez que se me mete algo en la cabeza es casi imposible hacerme cambiar de opinión; peco de terquedad, sobre todo porque me dedico a construir castillos en el aire…”