Y es que todo el mundo mata lo que ama. El cobarde con un beso, el valiente con una espada.

domingo, 24 de enero de 2010

19 de Noviembre 2009




¿Cómo fue que llegamos a esto? Ojala el tiempo nunca nos hubiera comido el alma de la manera más vil en que lo hizo…

Fue mi decisión y fue la tuya, fueron tus errores y fueron los míos… Fue mi falta de experiencia y mi terrible imbecilidad… Fueron tus ojos, tus ojos fueron los que lo provocaron; y ahora… ahora no hay marcha atrás…

El aire me ha comido las uñas y ha dejado las puntas de mis dedos desnudas, con la carne roja aun viva a la vista… Hoy usaré aquellos guantes de gamuza que hace más de dos inviernos me trajiste de Nueva York… ¿O fue de Montreal? Ya no lo recuerdo, lo único que recuerdo es que era un lugar frío en donde los indigentes morían congelados debajo de algún puente o en un callejón abandonado; y los que aun tenían un poco de suerte robaban las chamarras de plástico que envolvían a los cadáveres y lo aprovechaban sólo para sobrevivir al invierno unas horas más.

Lo único bueno que podía traer el invierno, además de los costosos regalos para los niños ricos, era que los callejones y los puentes no despedían ese olor tan peculiar de la putrefacción, por que los cadáveres de los indigentes tardaban en descomponerse más tiempo del debido…

Mas a pesar de que todo lo bueno parecía cobijarse bajo la fina tela del invierno, mi cuerpo, mi corazón y mi mente si siguieron su proceso natural de descomposición, y con ello más tarde llegó la muerte de mis seres más queridos: mis sentimientos.

I hate christmas...

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Que empiezen las apuestas...