Y es que todo el mundo mata lo que ama. El cobarde con un beso, el valiente con una espada.

sábado, 23 de enero de 2010

Casi $1000 el viaje redondo...

En ocasiones nuestra forma de ver las cosas cambia repentinamente en cuanto salimos de la rutina.

Creo que eso es lo que me gusta de las vacaciones. No más escuela, no más exámenes y no más presiones por lidiar con el tráfico de las 6.30 de la mañana.La gran ciudad de México, junto con todos sus problemas como la falta de agua, las manifestaciones que son el pan nuestro de cada día y su intolerable tráfico en horas pico que finalmente abarcan casi todo el día; es hermosa, no por nada es la ciudad más grande del mundo y el lugar en donde se encuentran muchas de las personas a las que amo infinitamente.

Pero en ocasiones, ni la ciudad más grande del mundo contiene el remedio para la locura de la que muchas veces soy presa; y es entonces cuando corro por un boleto de camión directo a la hermosa Huasteca Potosina que me cuesta casi $1000 el viaje redondo. Nueve horas de camino en un autobús de lujo quizá no sean mejores que media hora de vuelo por InterJet, pero vaya que es linda la carretera…

El hecho de llegar y percibir el aroma que desprende un pueblo que no figura en el mapa, puede hacer valer la pena el viaje. Sus calles, su gente, sus paisajes, pero sobre todo, su cielo… Ese maravilloso cielo negro estrellado del que un día me enamoré y del que sigo y seguiré eternamente enamorada, es… es sencillamente indescriptible, no me alcanzarían las palabras.
Un amor que un día fue y quizá nunca más será, un beso, un abrazo, una lágrima quizá, el hermoso cielo que cobija cada uno de esos sueños, sabiendo que nada de eso durará. A fin de cuentas, sólo es un amor Huasteco; un amor por ese cielo que aunque está nublado, todavía se alcanzan a ver las estrellas, que aunque el cielo llore durante todo el día y la noche, siempre se tendrá la certeza de que al día siguiente saldrá el sol. Es un pueblo fantasma. Un pueblo que guarda muy dentro de sus viejas casas cada uno de los secretos que se quedan de los veranos y las navidades pasadas.

Y al llegar aquí, vuelta a la realidad. ¡Feliz año nuevo! y de regreso a la gran ciudad en la que la gente nunca se detiene a observar las estrellas; a fin de cuentas, siempre está demasiado contaminado como para poder apreciarlas.

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